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Las barras bravas son grupos violentos organizados dentro de las hinchadas de fútbol.
Fueron identificadas por la sociedad como grupos organizados violentos en 1958 (algunos años después de la conformación de las primeras), tras la muerte del espectador Alberto Mario Linker a manos de la policía en un partido entre Vélez Sarsfield y River Plate. Tras el hecho, la prensa denominó como una barra fuerte al primero al que identificó como un grupo organizado violento, en tanto que el término barra brava como denominación para los mismos surgió, también desde la prensa argentina, en la década de 1960, aunque se popularizó en la década de 1980.
Al comienzo no eran grupos muy numerosos ni excesivamente violentos, pero con el paso de los años, las barras bravas fueron creciendo y tomando cada vez más poder dentro de los clubes, llegando al punto de haber algunas que han decidido en ocasiones quién sería el presidente del mismo u obligando a dirigentes a renunciar a sus puestos. Pasaron no solo a protagonizar hechos de violencia, sino a realizar actividades ilegales con el objetivo de obtener un rédito económico (el cual lo suelen controlar solo los miembros más importantes, ya que las barras bravas poseen estructuras jerárquicas), como ser la extorsión a jugadores y dirigentes, venta y tráfico de drogas, robos, etc., además de las actividades ilegales que puedan realizar los integrantes de las barras bravas de forma individual y ajena a su accionar dentro de las mismas. También suelen brindar servicios a dirigentes políticos y sindicales que las contratan como grupos de choque (ante posibles enfrentamientos con seguidores de otros partidos políticos o sindicatos durante actos, movilizaciones o protestas), guardaespaldas, etc. También son financiadas por los propios dirigentes de los clubes, que en ocasiones le dan sueldos a algunos de sus miembros, o porcentajes de las ganancias por ventas de jugadores, y, entre varios negocios más, suelen exigir que los vendedores ambulantes que los días de partido trabajan en el estadio y los alrededores, les brinden un porcentaje de sus ganancias, a cambio de dejarlos trabajar y protegerlos, por ejemplo, de robos.
Las barras bravas se han transformado y su financiación ha crecido al punto de que, actualmente, uno de sus principales propósitos es la obtención de dinero, al menos en las de gran tamaño o que pertenecen a clubes, como mínimo, medianamente importantes o populares. Debido a este fenómeno, desde la década del 2000 se comenzaron a producir cada vez más problemas internos en las barras bravas, habiendo disputas violentas entre algunos de sus miembros por el control de las mismas y, por ende, de sus negocios ilícitos. Debido a ello, un gran porcentaje de las muertes relacionadas con el fútbol desde entonces, han estado relacionadas con disputas internas dentro de estos grupos.
Por otra parte, aunque la violencia en el fútbol argentino ha estado presente prácticamente desde sus comienzos[1] (al igual que en el resto del mundo), la aparición de las barras bravas hizo que aumente y se recrudezca.[2] Desde el primer asesinato registrado, ocurrido en Rosario en 1922 (durante un partido entre el Club Atlético Tiro Federal Argentino y el Club Atlético Newell's Old Boys), hasta el año 2016, la violencia relacionada al fútbol argentino ha cobrado una cifra estimativa de por lo menos 201 víctimas fatales y gran cantidad de heridos,[3] habiendo ocurrido la mayoría de los casos desde fines de la década de 1950 en adelante, coincidiendo con la aparición y el desarrollo de las barras bravas (sin que por ello todas las muertes tuvieran que ver con las mismas, ya que muchas se produjeron por represión policial o peleas entre hinchas que no tenían ningún tipo de relación con las barras bravas, incluso varios que ni siquiera asistían regularmente a los estadios por ser de otras regiones al del club por el que simpatizaban). Cabe destacar que, si bien en el listado de víctimas de la organización Salvemos al Fútbol se contabilizan 312 muertes, aproximadamente un tercio de ellas no se relacionan con hechos de violencia, ya que varias fueron por accidentes, problemas físicos (como paros cardiorrespiratorios), un suicidio y también un asesinato ajeno al fútbol argentino.[notas 1][4] Además, hay dos casos de muerte dudosa donde no se supieron las causas.
Hasta el año 2000, solo 16 casos terminaron en condena, involucrando a 33 personas.[5]